Recientemente fue nombrado Español Universal 2008, título que concede anualmente la Fundación Independiente.
Académico en distintas instituciones, es miembro de la Academia Mundial, así como de la Academia Europea de Artes y Ciencias.
Posee las Grandes Cruces de Isabel la Católica, Alfonso X El Sabio, y al Mérito Militar, distintivo blanco. Es Comendador de la Orden del Mérito Civil de Francia y Comendador de la Orden Iberoamericana William Prescott. En Colombia ha recibido la Medalla Cívica Camilo Torres a los educadores más meritorios; la Medalla de Oro de Francisco Santander de Paula, por sus servicios a la cultura nacional, y la Medalla de Oro Simón Bolívar.
Es Placa de Oro del Servicio Español del Magisterio, Medalla de Plata de la UNESCO, Medalla de Oro de la OEI y Medalla de Oro de la Junta de Castilla y León, entre otras distinciones.
Con su investidura por la UNED, será siete veces Doctor honoris causa en otras tantas universidades de diferentes continentes.
- “El mundo está en una encrucijada enorme y todos hablan de la crisis financiera, pero esos problemas, esas amenazas, los tenemos que resolver con la educación.” Es una cita suya reciente. Sin embargo, excluidos los países del tercer mundo que carecen de casi todo y también de la responsabilidad de nuestro modelo de desarrollo, probablemente nunca se ha dispuesto de tantos medios y recursos humanos y materiales en las aulas. Nuevas tecnologías, excelentes materiales didácticos elaborados por cualificados y expertos docentes, importantes y confortables equipamientos en infraestructuras,… sin duda deberíamos poder presumir de los mejores alumnos y profesores de la historia, preparados para abordar y resolver profesionalmente los problemas de nuestra época, pero no parece que esto sea así. ¿Nos hayamos sólo frente a un problema de formación?
R. Ante la encrucijada actual que afronta el mundo, cara a un futuro no muy lejano, lo que se precisa es educación (conocimiento, formación e, idealmente, sabiduría) para que la sociedad civil de cada país y del mundo entero actúen responsable y coherentemente de acuerdo con valores éticos de solidaridad, sobre todo de cara a las futuras generaciones para que sobreviva la Humanidad entera en armonía con el planeta que nos sustenta. Aunque es mucho lo que hay que mejorar en materia de educación, de igualdad de oportunidades y de educación permanente, el conocimiento ya disponible sería suficiente en la medida en que se asuma por todos una voluntad política y una visión de futuro responsable.
- En la década de los años 90, y en su calidad de Presidente del Club de Roma, denunciaba que nuestro modelo de desarrollo provocaría un colapso mundial, reclamando un cambio para lograr la supervivencia. Desde entonces nuestros líderes parecen seguir empeñados en la incoherencia de su particular confrontación entre los valores que proclaman y las acciones que realizan. Después de toda una vida promoviendo el progreso social y avanzando las recomendaciones que los distintos organismos a los que pertenece aconsejan para conseguirlo, ¿se puede tener confianza en que los dirigentes mundiales puedan conseguir “que las cosas sean viables”? ¿Estamos mal asesorados, o mal dirigidos?
R. La primera gran alarma la lanzó Aurelio Peccei en su libro “The Chasm Ahead (1964) y, posteriormente, una vez constituido el Club de Roma (1968) en el primer Informe al Club “Los límites del crecimiento” del Prof. Denis Meadows, cuya posterior versión actualizada de los años 70 precisa, de forma intersectorial e interdisciplinaria, las amenazas previsibles en pocas décadas más así como las razones para la esperanza si todos decidiéramos actuar en la buena dirección. Con dos mil quinientos millones de habitantes más para 2050 se multiplica la urgencia de esas actuaciones responsables desde ya. Junto a muchas otras crisis, además de la actual grave crisis financiera, ciertamente sufrimos una crisis de pobre liderazgo mundial que, en el mejor de los casos, actúa en respuesta a los egoísmos o necesidades a muy corto plazo. El sentido de responsabilidad frente al futuro obligaría a que los partidos, empresas, universidades, etc., se planteen simultáneamente diversos programas a corto y largo plazo, de alcance local, nacional y global.
- ¿En qué medida la rapidez de los avances científicos y técnicos de los últimos años han podido contribuir a crear una falsa expectativa de impunidad ética acentuando una crisis de valores deshumanizadora y pareja a la globalización? ¿Somos capaces de asimilar nuestra propia evolución como especie?
R. Se refiere Vd. muy pertinentemente a la deshumanización y con ello me recuerdo una reciente publicación de Aldo Olcese sobre “El capitalismo humanista”. Dada mi formación básica en ciencias y tecnología tengo que decir que un ingeniero o científico sin la necesaria formación integral literaria-humanista puede ser hasta peligroso, del mismo modo que un supuesto humanista sin formación básica en ciencias y tecnología merece ser visto como parcialmente analfabeto…El egoísmo humano nace de la incultura; la solidaridad, la justicia y la libertad en democracia son producto de la sabiduría o, al menos, de un egoísmo ilustrado! Por otra parte, la violencia nace siempre desde la ignorancia.
- Sostenibilidad, es el calificativo que acompaña a cualquier proyecto políticamente correcto. Desarrollo sostenible, economía sostenible,… un término que engloba demasiadas circunstancias pero que no acierta a concretarse. ¿Qué significa para Vd.?
R. Sostenible quiere decir viable a corto y largo plazo, lo cual debe abarcar tanto al desarrollo económico y social de todas las regiones y culturas del mundo.
Sostenible comporta todo lo contrario del consumismo derrochador de los ricos frente a los pobres y marginados. De ahí que sea muy urgente lograr crear conciencia generalizada sobre las consecuencias que para todos tienen la actual actitud mayoritaria.
- En alguna ocasión ha señalado la especial responsabilidad que los medios de comunicación tienen como formadores de opinión y educadores de masas. Pero, en una sociedad mayoritariamente receptora pasiva de los impactos informativos de lo inmediato, donde el espectáculo cotiza más que el conocimiento, ¿no somos todos responsables de nuestras prácticas de conducta? Por otra parte, ¿por qué un grupo empresarial de comunicación habría de asumir ese coste en solitario? ¿Quién tiene que dar el primer paso?
R. Sin duda todos somos responsables por nuestra incoherencia entre los valores que proclamamos y las numerosísimas actuaciones concretas contradictorias.
Los primeros pasos los tienen que dar las grandes instituciones científicas, culturales, políticas, religiosas, etc. y sus líderes, junto la sociedad civil en las verdaderas democracias, ya que para que se pueda reconocer una democracia no basta con las muy importantes elecciones libres si no van seguidas de una democracia participativa con toda la sociedad, a nivel local y nacional, e incluso más: democracias anticipatorios que sepan mirar al futuro. Por cierto que una de mis grandes satisfacciones a principios de este nuevo año ha sido poder acceder al texto, que he leído con fruición, del Mensaje de S. S. Benedicto XVI del pasado 1 de enero, titulado “Si quieres promover la paz, protege la Creación”, en el que queda al fin afortunadamente muy claro que la Naturaleza no es para dominarla y explotarla sino para sustentarse en ella de forma responsable y con sentido de responsabilidad para el futuro de la Humanidad toda.
Para mí, los periodistas son “los educadores por excelencia de cara al futuro”, como lo he escrito varias veces. El periodista profesional formula opiniones que informan, dan conocimiento y contribuyen a una cultura popular o altamente especializada, sin limitaciones de horizontes y, se supone, sin disciplina partidista. En consecuencia, junto con la familia, el profesorado, la comunidad local, los amigos, las universidades y las instituciones académicas ¿hay algo con mayor impacto formativo que los medios de comunicación? Y claro está que eso no lo debe asumir un solo medio o grupo de comunicaciones sino todos como parte de una civilización moderna y con futuro.
- Vd. ha afirmado en alguna ocasión qué “estamos en plena crisis de civilización”. ¿Exactamente que quiere decir? ¿A qué atribuye esta situación?
R. Las diversas civilizaciones han sufrido ya diversas crisis a lo largo de la historia. Una de las crisis globales máS positivas en siglos recientes ha sido la superación de las dominantes civilizaciones colonizadoras para pasar poco a poco a asumir un papel de responsabilidad de servicio y de ayuda humanitaria, aunque todavía enmascara demasiadas veces intereses económicos, políticos o incluso militares. La crisis actual es debido a la necesidad de pasar de alianzas de países con intereses político, económico, culturales, comerciales, etc. (véase por ejemplo los G 20, etc.) a una alianza global, mundial, en el marco de unas Naciones Unidas profundamente renovada y actualizada, como lo procuramos en iniciativas tales como OBUNTU En España o KNUD en Alemania, etc. Las Cumbres Mundiales quedan demasiado en palabras sin seguimiento coherente, con medios adecuados, hasta que no se logre establecer las bases de una gobernanza global o, al menos, multipolar, que es lo que ahora parece más probable.
- “El mundo está más necesitado de sabiduría que nunca”. Es una reflexión suya a la que ha ligado la educación como principal recurso catalizador de acción global y en el que pide un esfuerzo de cooperación internacional. Cuando en nuestro país nuestros representantes políticos no han sabido encontrar todavía –después de cuatro décadas de democracia- bases para un pacto de Estado en materia educativa, ¿qué esperanza podemos depositar en los organismos internacionales para que aborden esa demanda con eficacia y urgencia?
R. Menos mal que en estos momentos hay motivos en España para la esperanza con la propuesta para alcanzar un Pacto Educativo, tal y como se ha alcanzado y sigue funcionando desde hace décadas en países tales como Suecia (en cuyos trabajos cooperé con Torsten Husén), Finlandia, USA, etc.
Un pacto debe ser producto de un consenso constructivo, alejado de la politiquería circunstancial o electoralista, que sirva a España como nación, Estado miembro de la Unión Europea y de ese mundo multipolar de un futuro deseable. En vez de enzarzarse en polémicas partidistas hay que partir de una propuesta seria, elaborada por expertos nacionales y, a ser posible, también extranjeros aportados por organismos internacionales competentes, con foros públicos de debate patrocinados por entidades de probada seriedad profesional en estos campos. Los organismos internacionales son una fuente de asesoramiento invaluable y garantía de diálogo y objetividad, pero no se debe delegar en ellos nunca lo que es una responsabilidad nacional.
- A lo largo de su vida a tenido ocasión de conocer y tratar a dirigentes tan dispares como Julius Nyerere en Tanzania, o Kennedy en los Estados Unidos de América. “Hacen falta líderes que unan y no que dividan”. La frase es suya. ¿Cree qué el mundo va en la buena dirección en este sentido?
R. El mundo ha tenido, a lo largo de la historia, líderes extraordinarios, entre ellos los que Vd. menciona y quienes me honraron con su deferencia y solicitud de cooperación y sin duda que hay otros muchos por venir, sin olvidar los españoles y muy especialmente Su Majestad nuestro Rey Juan Carlos I, “el Rey de todos los españoles” quién ha hecho realidad nuestra democrática monarquía Constitucional. La gravedad de los problemas actuales en el mundo creo va a ser un decisivo acicate para que surjan líderes apropiados para hacer realidad las muchas razones para la esperanza, frente al catastrofismo, que hoy se entreven ya si actuamos de forma honesta y concertada.
Como muy bien dijo ya Miguel de Unamuno: “Poco puede esperarse de un gobernante que alguna vez no se ha preocupado de principio primero y del fin último de las cosas todas y sobre todo de los hombres. Y esta suprema procupación no puede ser puramente racional, tiene que ser afectiva. No basta pensar, hay que sentir nuestro destino”
- Seguramente defender la interculturalidad y el mestizaje, no representa un excesivo esfuerzo a un vasco de padre palentino, madre babara, español, ciudadano tanzano y afgano,… además con Vd. no va aquello de “fíjese que humilde, nacer en Belén pudiendo haber nacido en Bilbao”.
R. Por cierto qué, como ya dije cuando la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao me nombró Cónsul de honor de Bilbao, quiero profundamente mi ciudad natal, donde seguí mis estudios hasta incorporarme a la Universidad de Salamanca, porque “es en Bilbao donde aprendí a amar a España profunda e indeclinablemente, además de pensar en tratar de colaborar siempre con Europa y con el resto del mundo”.