Esta cita de Simone de Beauvoir, podría ser la esencia que resuma la ponencia de Rosa Fontaiña Pazos. Ella vive, y ha vivido muy de cerca, la lucha de la mujer contra la discriminación y contra la violencia de género.
En Pontevedra, en los cursos de verano de la UNED, cerca de un centenar de mujeres y una decena de hombres han podido escuchar en boca de la Coordinadora Portavoz de la Red de mujeres contra los malos tratos de Vigo, aseveraciones como que “el varón, oprime a la mujer, basándose en la fuerza y esto es absurdo porque las diferencias biológicas no tienen por qué desfavorecer a las mujeres”. Y si pensábamos que la situación de dominio masculino iba camino de cambiar, Rosa Fontaiña, volvió otra vez a traernos a una dura realidad, porque, si bien es cierto que algo se está avanzando en este largo y duro camino de la mujer por consolidar sus derechos, a grandes rasgos se podría decir que “los espacios creados para la mujer siguen siendo los mismos y están hechos para someterlas. La cocina, o el cuarto de la plancha siguen siendo dominio femenino”.
Para la ponente no solo es maltrato la agresión física, que si bien es fácilmente comprobable, incluso en la mayor parte de las veces es difícilmente demostrable a nivel legal. También es importantísimo el maltrato psicológico, o la situación de dominio. “Esta es una peligrosa forma de agresión, difícilmente cuantificable”. Para la Coordinadora de la Red de mujeres contra los malos tratos de Vigo el problema, quizá tambien radique en que “en ocasiones la mujer no sabe distinguir todavía el buen trato del mal trato y desgraciadamente el poder del sistema político, económico y social sigue estando en manos de los hombres. Solo el 1% de la riqueza del mundo está en manos de la mujer”.
Después de escuchar esto, el camino se ve largo y difícil porque para Rosa Fontaiña la clave está en las propias mujeres “la sumisión de la mujer, como seña de identidad a lo largo de los tiempos, no se puede cambiar de la noche a la mañana, porque son demasiados los interese que existen para que esto no pase y aunque no se puede negar la incorporación de la mujer al mundo laboral, incluso al directivo o al académico, eso sigue siendo una aplastante minoría y si observáramos detenidamente, muchas de las mujeres que están en puestos dirigentes, dirigen basándose en el modelo de comportamiento masculino”. ¿Por qué?, se pregunta. “Es absurdo, la mujer tiene su propia entidad y no necesita desempeñar ningún rol ajeno”.
Para Fontaiña, la lucha por la igualdad entre los sexos, el derecho a la propia persona, a los propios actos, a uno mismo, es algo tan antiguo como el mundo y paradójicamente es algo tan obvio como la vida misma. Seguiremos luchando.
Para la ponente no solo es maltrato la agresión física, que si bien es fácilmente comprobable, incluso en la mayor parte de las veces es difícilmente demostrable a nivel legal. También es importantísimo el maltrato psicológico, o la situación de dominio. “Esta es una peligrosa forma de agresión, difícilmente cuantificable”. Para la Coordinadora de la Red de mujeres contra los malos tratos de Vigo el problema, quizá tambien radique en que “en ocasiones la mujer no sabe distinguir todavía el buen trato del mal trato y desgraciadamente el poder del sistema político, económico y social sigue estando en manos de los hombres. Solo el 1% de la riqueza del mundo está en manos de la mujer”.
Después de escuchar esto, el camino se ve largo y difícil porque para Rosa Fontaiña la clave está en las propias mujeres “la sumisión de la mujer, como seña de identidad a lo largo de los tiempos, no se puede cambiar de la noche a la mañana, porque son demasiados los interese que existen para que esto no pase y aunque no se puede negar la incorporación de la mujer al mundo laboral, incluso al directivo o al académico, eso sigue siendo una aplastante minoría y si observáramos detenidamente, muchas de las mujeres que están en puestos dirigentes, dirigen basándose en el modelo de comportamiento masculino”. ¿Por qué?, se pregunta. “Es absurdo, la mujer tiene su propia entidad y no necesita desempeñar ningún rol ajeno”.
Para Fontaiña, la lucha por la igualdad entre los sexos, el derecho a la propia persona, a los propios actos, a uno mismo, es algo tan antiguo como el mundo y paradójicamente es algo tan obvio como la vida misma. Seguiremos luchando.
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