
Pasado el solsticio de verano y también pasado el Ecuador de los Cursos en Viveiro. Cuando las aulas se cierran y las luces que iluminan la “Calexa das Monxas”, “el Calexón do Muro” o el Puente de la Misericordia se encienden, nadie puede negar que está en una villa gallega.

¡ Queimada para todos, que es gentileza del Ayuntamiento!
Fue en la noche, en la hora bruja, entre piedras monumentales y bebidas espirituosas. Aguardientes evanescentes y olorosos, sin cuerpo, salidos de los frutos de estas tierras ricas y profundas.
Alumnos, Directora, Secretaria, profesores y algún turista despistado (o no tanto) acudían al olor y al calor del rito que convierte la bebida en bebedizo...... todos, casi, llegamos a danzar. Y no solo por el efecto del orujo quemado. Algo mágico ocurre siempre alrededor de una queimada. Pero solo si se hace en Galicia. Solo si se invoca el conjuro..... “mouchos, coruxas, sapos e bruxas”...
¿Bruxas?, pregunta alguien. Nadie lo sabe, nadie cree en ellas pero.... “haberlas, haylas”.
Alumnos, Directora, Secretaria, profesores y algún turista despistado (o no tanto) acudían al olor y al calor del rito que convierte la bebida en bebedizo...... todos, casi, llegamos a danzar. Y no solo por el efecto del orujo quemado. Algo mágico ocurre siempre alrededor de una queimada. Pero solo si se hace en Galicia. Solo si se invoca el conjuro..... “mouchos, coruxas, sapos e bruxas”...
¿Bruxas?, pregunta alguien. Nadie lo sabe, nadie cree en ellas pero.... “haberlas, haylas”.
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