martes, 15 de noviembre de 2016

La otra Memoria Histórica

Precisamente quiso nacer en 1936 y en Asturias…en la parroquia de  Santa María de Grado.

Fernando Suarez, culto, amable, erudito, se licenció en  Filosofía, Teología y Geografía e Historia, en las universidades de Salamanca, Valencia y Santo Tomás de Roma. 


Fernando Suárez y paisaje de Santa María de Grado.  Foto: La Nueva España


Comenzó su andadura tomando los hábitos de la Orden de los Predicadores en 1955 y en 1970, ya secularizado, se dedicó a la enseñanza, obteniendo la cátedra de Historia y Geografía en 1983.

Pero lo más importante de Fernando Suarez, es su sensibilidad. Su sensibilidad para dar a conocer la “otra memoria histórica” la de las gentes sencillas, trabajadoras, esforzadas. La de los lugares hermosos y recónditos (escondidos quizá para no mostrar demasiado su belleza, esperando pacientes a que la descubran) de la geografía Asturiana. 


Lavadero y hórreos de Santa María de Grado



Fernando Suárez, fiel a sus raíces y fruto de una rica investigación y documentación que ha llevado a cabo paciente y cuidadosamente durante años, ha querido regalarnos la “Historia y memoria de Santa María de Grado” en formato libro, publicado en “los talleres de Grafinsa, en Oviedo, en 2013”, según nos comenta el autor.


“Santa María de Grado, nos dice Fernando Suárez, abarca 3,02Km. o lo que es lo mismo, 302 hectáreas que se sitúan en el espacio nororiental del concejo de Grado, a 17 Km. de la capital del Principado, por el camino de Oriente y a 6 Km. de la capital del municipio, por el camino de Occidente”.

Pero, ¿y por qué hablar de Santa María? nos preguntamos. Fernando Suárez, lo tiene muy claro, y nos  responde en las primeras páginas de su libro. Nos dice “el hombre actual trata de conocer y de explicar el presente y el pasado del planeta en el que viaja y, con más ahínco, trata de conocer a las comunidades humanas que le precedieron. El presente le pone en contacto con lo que es y, mirando al futuro, intenta crear una nueva realidad que supere a la actual. La parroquia de Santa María de Grado, como solar territorial y como comunidad humana que vive en él, también tiene su pasado, su presente y tendrá su futuro. Su pequeña historia que contar y recordar, que vivir y que construir.

Por todo esto, hoy nos permitimos el lujo de hablar con el autor, con Fernando Suarez. Hoy, “vamos a hablar de su libro: Historia y Memoria de Santa María de Grado”.

Iglesia de Santa María de Grado y Cementerio.

P.- ¿Buen año para nacer, no? El 36…en Asturias…en una aldea del interior, Santa María de Grado… sería absurdo preguntarle qué recuerdos tiene de ese año… pero de los posteriores, seguro que si los tiene. Su “memoria histórica” la ha querido centrar en la descripción del pueblo, de sus gentes, es una memoria costumbrista. Juegos, familias, paisajes, sensaciones... Habla de los hogares y de las familias de Santa María, pero yo quiero que me hable de Usted, de sus sensaciones de esos, nada fáciles, años de infancia (supongo) De sus aspiraciones, sus sensaciones, de su realidad, de la realidad del pueblo vista con los ojos de un niño.

R.-  Me dijeron que había dado mis primeros pasos  en un hórreo, donde mi familia se guarecía de la intemperie, habiendo sido desplazada del pueblo debido a que éste estaba en pleno frente de batalla durante el primer año de la guerra civil. No recuerdo la explosión de los proyectiles del 15,5 que asolaron al pueblo durante ese año, pero los años 40 fueron los años de la niñez consciente y "sufriente". Las principales sensaciones de aquellos años en un niño introvertido y sensible fueron el miedo a la oscuridad, a los muertos, a las aterradoras historias que contaban los mayores. El frío en un mundo sin calefacción, en el que las actividades se realizaban a la  intemperie. En el pueblo no existía ni un solo punto público de luz, chicos y mayores usábamos pequeños hatillos de paja a modo de antorchas. El niño era el ser más débil y más desprotegido de la cadena familiar y social. Desde muy niño le imponían quehaceres casi siempre excesivos para su edad. Un niño era una sensibilidad abandonada en medio de un mundo  hostil…Había niños que, superada su etapa de bebé, no volvían a recibir un beso hasta superada la pubertad y  gracias a su primer "ligue"… Se vivía en soledad afectiva. No existía crítica ni rebeldía ante la situación: todo se aceptaba como si aquella fuera la única realidad posible. De lo que se trataba era de esquivar y  superar aquellas circunstancias con estratagemas más o menos tramposas. De aquí su desarrollo mental y madurez intelectual en muchos aspectos. Yo solía decir a mis alumnos en plan jocoso, pero con fondo real: Amigos, “intellectus apretatus discurrit qui rabiat", que viene a expresar, más o menos, la capacidad del cerebro para reaccionar más rápidamente cuando se ve acuciado por alguna necesidad. Lo reían, pero cogían perfectamente el mensaje. Recuerdo las caminatas a la "escuela particular",  hiciera sol o nevara, de noche, en madreñas y con   desplazamiento de cuatro o cinco kilómetros y otros tantos de vuelta.  Siempre moviéndonos  en pequeñas pandillas. Éramos fumadores a "callandas", con frecuencia transgresores con los frutales ajenos, o convertidos en recogedores de aguinaldos de casa en casa, incluso en pueblos ajenos. Pero el acontecimiento de magnitud histórica para Santa María y para mí como niño que intentaba pasar la mayor cantidad de horas observando todo el proceso, fue la construcción de la estación del  ferrocarril. Aquella época hizo posible un niño típico y especial, muy despabilado y preparado para llevar a cabo su propia realización superando la etapa triste y pobre de la posguerra.


Tren vasco - asturiano. Foto. spanishrailway.com 

P.- Usted opina que en general tendemos a “perder la memoria”, o que tenemos “una memoria selectiva”, y por eso afirma rotundamente que “el pasado solo existe cuando conservamos su memoria”. El mundo y las personas se desvanecen y se olvidan si no retenemos la trayectoria de sus vidas.

R.-  La memoria dura lo que dura la persona o la comunidad en la que vive. Cuando se quiere conservar su contenido, hemos de recurrir al documento que resista al paso del tiempo. En nuestro mundo,  territorios y comunidades pequeñas no cuentan  nada para los medios de comunicación. Su vida y su discurrir económico y social se quedan sin notario. Con su desaparición desaparece también su paso por la Historia. Unamuno, obsesionado con el tema de la muerte y su desaparición escribió aquel poema dedicado a Salamanca....

 “Y cuando el sol al acostarse encienda
         el oro secular que te recama,
        con tu lenguaje, de lo eterno heraldo,
        di tú que he sido”.

 El hombre y las pequeñas comunidades dejan de ser y de ser conocidos cuando no queda memoria testimonial de ellos... "Di tú que he sido"…Los historiadores profesionales no reparan en las pequeñas y aparentemente intrascendentes comunidades humanas. Por ello, si alguien no se ocupa de ellas, terminan desapareciendo de la Historia. Sin esa historia de Santa María, mis nietos, que ya han nacido en la ciudad, jamás llegarían a conocer cómo era su abuelo ni el mundo del que ellos proceden. Tampoco sabrán que son deudores a su trabajo y a sus valores éticos. De Santa María, lo único que había escrito hasta ahora, eran las quince líneas que le dedica el "Diccionario de Madoz", por cierto maravillosa síntesis de lo que era el pueblo a mediados del siglo XIX.

P.- ¿Por qué Santa María de Grado? Qué tendría de extrapolable a otras realidades de otras localidades asturianas? ¿Se podría decir que representa “una realidad tipo del momento social y cultural del rural asturiano?

R.-  La evolución socioeconómica de Santa María desde la segunda parte del siglo XVIII hasta principios del siglo XXI, representa un modelo paradigmático de amplios medios rurales de la zona central de Asturias. Con mayor o menor intensidad, todo el ámbito rural del entorno a las ciudades y a los centros industriales y mineros vivieron procesos similares. Otra suerte corrieron las "alas" de la región que hubieron de optar por el mundo rural o tomar el camino de la emigración. En el centro de la región, desde la segunda mitad del siglo XIX, se pasó a tener una economía mixta. A partir de mediados del siglo XX, con la caída en vertical de la natalidad, el desarrollo acelerado de la economía y de las comunicaciones, las aldeas se despueblan y los pocos habitantes que permanecen en ellas son personas mayores y  jubiladas, o simples residentes con mentalidad y alma urbana. Hoy los campos están yermos y la ganadería apenas es testimonial. La historia de Santa María, con  su carácter paradigmático, me interesaba como historiador, pero he de confesar que difícilmente me hubiera echado a la espalda tal responsabilidad de no sentir como algo propio su apasionante historia. Por otra parte, como superviviente de aquel mundo, me rebelaba ante su desaparición. Por eso, me llenó de satisfacción la crítica tan elogiosa que se hizo de mi obra desde el "Real Instituto de Estudios Asturianos"  (RIDEA), y de otros especialistas en la materia.

P.- Fruto de su investigación y documentación… ¿se ha encontrado con algo que le ha sorprendido…algo que no conocía o esperaba?

R.- Sí, sobre todo encontré documentación que me aclaró  ciertos hechos que ya habían desaparecido de la memoria y la conciencia de la gente: ¿por qué existían tres o cuatro casas con grandes fincas propias, cuando "todo era del marqués"? ¿. ¿Cómo habían pasado a manos privadas los bienes comunales? ¿Cómo Santa María había perdido en diez años el sesenta por ciento de su población?  Descubrir el origen histórico de la iglesia parroquial a base del análisis pormenorizado y paciente de sus elementos. El hecho de que de una población tan pequeña, hubieran emigrado a América 61 personas de 29 familias distintas, casi todos durante los primeros 50 años del siglo XX, y  estos emigrantes representaban el 17% de la población. Saber qué mozos de Santa María habían luchado contra Napoleón en el ejército de liberación de Asturias. Saber que en Santa María había estafeta de correos y tenía la consideración de "villa". Y aunque conocido en general, precisar la evolución cultural habida en los años sesenta y setenta del siglo XX: una auténtica revolución.

Salto de Priañes y meandros río Nalón.  Foto: La Nueva España

P.- Usted ofrece este libro a “cuantos nos enseñaron el valor del trabajo, de la honestidad, de la austeridad de la vida, de la generosidad y del sentido de la dignidad humana”….no le voy a preguntar si estas características han desaparecido en el mundo, en la sociedad, en los pueblos actuales, pero… ¿qué diferencias establecería entre el ayer y el hoy?

R.- Existe una gran diferencia: mi generación y las generaciones anteriores vivían unas normas éticas  definidas y unos valores claros y permanentes. La sociedad ejercía de juez de conductas y "excomulgaba" a los transgresores privándolos del honor. La grandeza de un hombre o de una mujer no se la daban títulos o altas profesiones, sino sus virtudes ejemplares. Solía decirse que tal o cual familia era “seria y honrada”. Los comportamientos éticos aceptados como normas comunes unificaban los modos de vida de la gente. La excepción aparecía siempre como u extravagante e inadaptado. Hoy los valores, con respecto a generaciones anteriores, han cambiado, la sociedad se ha hecho  compleja y nuevos condicionamientos culturales provocan la aparición de nuevos valores, nuevos modos de vida y valores diferentes y cambiantes. El proceso de aculturización a nivel mundial debido a los medios de comunicación ha sido traumatizante para sectores de la sociedad, pero se trata de un proceso imparable. De todas formas, existen valores que recorren el tiempo y las culturas transversalmente, formando parte de la condición humana. Son dignos de toda época y cultura. Nuestros mayores vivieron con intensidad casi heroica una serie de valores o virtudes que los capacitaron para superar enormes dificultades. A ellos dedico mi agradecimiento y mi reconocimiento.

P.- ¿Era fácil vivir en Santa María? ¿era cómodo? Al escribir su libro, ha encontrado , familias que  en la actualidad sigan viviendo allí? O se ha “renovado” la población,¿ se han incorporado nuevos apellidos?

R.-  En Santa María. ni era cómodo ni era fácil vivir. No era fácil porque se trabajaba siete días de la semana y de diez a doce horas diarias. No era cómodo porque los medios con los que había que trabajar eran rudimentarios, porque los desplazamientos al trabajo, generalmente a Trubia o a los mercados a Grado, hasta 1944, se hacían a pie; el calzado eran frecuentemente almadreñas; la ropa era escasa y poco apropiada, sobre todo durante el invierno. Era un vivir incómodo y difícil. De las antiguas familias de Santa María, con escasas excepciones, sólo quedan  "restos", permítaseme la expresión. De muchas familias que por los años cuarenta y cincuenta contaban entre 8 y 12 miembros cada una, sólo quedan viudas o  sus casas han sido cerradas. Por otra parte, la población no se renueva, ni por el proceso normal vegetativo de nativos, ni por las personas que desde a fuera se han establecido en el pueblo. Numerosas familias históricas no sólo han desaparecido del pueblo, sino que su presencia empieza a caer de la memoria de las jóvenes generaciones. Para ellas ha comenzado su muerte histórica. A corto y a medio plazo, no parece viable una nueva reestructuración económica y social con base sólida en Santa María.

Campos de maíz y madreñas

P.- Para los “urbanitas” que pasamos estupendos e inolvidables veranos llenos de “insólitas” (para nosotros) aventuras como adentrarse en el salto de Priañes, intentar ordeñar las vacas, recoger los “piescus” del árbol, ir al lavadero, cocido y  misa los domingos, en la iglesia de estilo románico de Santa María, o desgranar las panochas de  maíz en el hórreo… estos pueblos eran indispensables en nuestra vida…. Pero, hábleme del  significado que tenía el “veraneante” para estas localidades. ¿Era siempre “de raíces”, o podía ser también “accidental”, sin ninguna vinculación familiar con el pueblo?

R.- Los pocos "veraneantes" que se acercaban a Santa María para pasar unos días o semanas eran siempre  de raíz en el pueblo: los hijos ya emigrados o los pequeños nietos ya "urbanitas". Estos  acudían a vivir con los abuelos unos días o semanas. Para ellos, los días pasados en la aldea suponían el descubrimiento de la naturaleza y de actividades de vida novedosas: sus costumbres, las faenas agrícolas, el mundo de los animales, la ternura y especial trato de sus mayores... No conocí en Santa María un sólo veraneante que no fuera en busca de sus raíces y  al amparo de sus ascendientes.

P.- En su libro dice….”aquellas gentes que vivieron, lucharon, sufrieron y progresaron a fuerza de enormes sacrificios…" profesor Suarez… ¿aquellos  eran sacrificios? Usted es un brillante ejemplo de superación de la realidad de Santa María de Grado…cómo se sobrevivía a las carencias?, ¿A las dificultades geográficas, sociales y económicas?, ¿Cómo se accedía al aprendizaje?, ¿A la formación académica?

R.- Eran sacrificios auténticos los que hacían los mayores, los jóvenes y los niños. La austeridad más radical era norma de vida. Con las carencias se sobrevivía, porque no existía otra posibilidad. Cuando todo es escaso, se asumen las circunstancias y se tira para adelante. Todo se aguantaba y todo se suplía a base de esfuerzo y espíritu aguerrido. Para una enseñanza que superara a la muy limitada de la del pueblo, cualquier chico que aspirara a una formación que superara la condición de peón o pobre campesino, suponía salir de la escuela a los diez u once años y marchar a una "escuela particular" para preparase al ingreso en alguna escuela profesional -en Santa María la escuela profesional de la fábrica nacional de cañones de Trubia- o el ingreso en bachillerato... Esto significaba las largas caminatas a pie de las que ya hemos hablado. Siempre pagando un alto esfuerzo. Se sobrevivía con trabajo y sacrificio... La elasticidad que tiene el ser humano para sobrevivir a las circunstancias adversas es lo que le ha hecho progresar y evolucionar hasta el día hoy. En nuestros días, el Estado de Bienestar  nos ha hecho olvidar lo arduo que era vivir en otras épocas.

Originariamente, casa familiar de Emilio Quiñones e Isabel Rodriguez. Foto: Fernando Suárez 









P.- Todo lo que cuenta en su libro…es una realidad de  un pasado que no volverá posiblemente (ni en  lo bonito, ni  en lo complicado) a las pequeñas localidades y que se perdería con la pérdida de la vida, o la memoria de sus habitantes, a no ser por publicaciones como su libro “Historia y memoria de Santa María de Grado”. Libros como el suyo, ¿no deberían ser lectura recomendada en los colegios, para conocer mejor la realidad de una España no tan lejana?

R.-  Algunos comentaristas de mi trabajo apuntan en esa línea. Creo que podría ser un buen instrumento para usarlo en la formación y en el estudio de temáticas históricas y etnográficas en la enseñanza secundaria y universitaria. Los procesos históricos no se repiten como no se repite la propia vida. El pasado y sus vicisitudes sí está en la raíz de lo que hoy somos, pero el tiempo todo lo arrastra y todo lo arrasa. Gracias a Isabel Quiñones, con raíces en el pasado de Santa María, con las añoranzas de su infancia  allí, y que aún guarda memoria de la parra, de la "figal" y de la rica huerta al pie de casa. Para ella sea grato también el recuerdo de la elegancia natural de su padre, Alfredo, nacido allí en una familia grande, inteligente y de fuerte personalidad.



TVRadiograo.com 


(c) Isabel Quiñones, Noviembre 2016, Madrid. 
@iqvpress

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