lunes, 15 de marzo de 2021

A la vuelta de la esquina



La culpa de todo la tuvo el espantoso calor que ese verano del 48 hizo en la Montaña Palentina.

Era asfixiante y más para una joven mujer a punto de ser madre, así que Doña María, la dulce maestra de la Villa de Guardo, mujer práctica y decidida, se trasladó ese verano a Cervera de Pisuerga -su localidad natal- situada unos kilómetros más al norte de la montaña, buscando la fresca a la espera de la llegada de su segundo hijo.

La “maestra Doña María”, esa maestra que da nombre a una de las calles de la actual Villa de Guardo, debió pensar “total son unos pocos kilómetros de distancia hasta Cervera…si casi está a la vuelta de la esquina”.

Y efectivamente, allí vio la luz ese verano VicenteVázquez Sierra futuro economista y escritor, que sin ser muy consciente de ello realizó de vuelta, acompañado de su madre con apenas unos días de vida, una de las etapas del “Viejo Camino o Camino Olvidado de Santiago”, la que va de Cervera a Guardo.

No sabemos si todas estas idas y venidas, son lo que despertaron desde aquel  mismo momento su tierna imaginación y le han llevado en la actualidad a  publicar, en la editorial Autografía su primera novela “A la vuelta de la Esquina”.


Pregunta.- ¿Su vocación literaria, es algo surgido “de repente” o es algo “retenido” a lo largo de su vida, algo a lo que nunca le dio salida?

 Respuesta.- Esta es una pregunta que me he hecho muchas veces. Pensándolo bien, creo que he escrito siempre que he sentido la necesidad de fijar mis emociones, como si la palabra fuese la garantía de que estoy vivo y el registro fidedigno de mi paso por este mundo. Releo cosas del pasado y vuelvo a sentir las emociones que dieron lugar a esas notas. Como casi todos, cuando uno es un adolescente y se enamora escribe poesías, ¿o no? Yo lo hice. Pero al margen de esa primera pulsión, es importante sentir la necesidad de la lectura. La verdad, tenemos mucha suerte con poder leer a tantos y tantos grandísimos escritores. Ahora ya no se trata de emularlos, salvo en una cosa, en contar historias auténticas que transmitan sentimientos auténticos y hagan la vida más interesante y soportable. En un momento determinado me ocurrió una desgracia que dejó una huella profunda, muy  difícil de superar, y fue ahí, en ese preciso momento, en el que sentí la necesidad perentoria de escribir. Como terapia. Y me funcionó. Escribí para mí mismo, para entenderme y ser capaz de aguantar el dolor. Eso ocurrió hace ya más de veinte años. O sea que lo de escribir, para mí, no es algo de antes de ayer. Pero tampoco es un empeño apriorístico. No es algo que quede bien. Es una forma de sentir más y mejor la vida que me toca vivir. Y luego, claro, viene la ilusión de que me lean y pueda compartir mis emociones con mis semejantes. Suena pretencioso, pero es bastante corriente. Es lo que hacemos todos los días a través del lenguaje hablado.

 P.- Seguramente todos tenemos un “A la vuelta de la esquina”, título de su novela, pero...díganos ¿“su vuelta de la esquina tiene fantasmas del pasado que gozan de buena salud como describe en el argumento de su obra?

 R.- Sí. Ya lo he dicho antes. No es que yo tenga personalmente fantasmas en mi pasado. Bueno, quizás también, ahora que lo pienso, tenga alguno, pero yo me refiero en el contexto de la ficción literaria, a los acontecimientos imprevisibles e inevitables que hacen que la vida sea una especie de ruleta de la fortuna. Puede suceder que, de repente, todo se quiebre, por una enfermedad, una bancarrota, un accidente, incluso un asesinato…, o lo que sea. Y ¿por qué pasan estas cosas? Pues sencillamente no lo sabemos. Hay muchos factores catalizadores, desde luego, como por ejemplo la inseguridad ciudadana, la incultura, la pobreza, el rencor, el odio, la envidia, la imbecilidad, y un largo etcétera. Estos son los fantasmas que siempre están presentes y que yo he querido representar metafóricamente con los cuatro jinetes del Apocalipsis de san Juan, pero con un rayo de esperanza, ya que, como dice el texto sagrado: el jinete del caballo blanco trae la muerte de la carne y la resurrección del alma y, al final, llevará a los elegidos, de entre todos los de las doce tribus de Israel, a la Nueva Jerusalén.

 P.- Decía Séneca que “existe  lo imprevisible y, por otro lado, lo que ya está determinado. Entonces como hay azar y como hay destino, filosofemos.” Usted ha querido transmitir, a lo largo de su novela, la sensación de lo imprevisible, ¿en qué medida es una novela “filosófica”?

 R.- No, no creo que la mía sea una novela filosófica. Más bien es una novela emocional y nostálgica. Como si la realidad se nos fuese de las manos y uno quisiese atraparla en recuerdos que se fijan a través de las palabras. Pero es verdad que lo que hay a la vuelta de la esquina es algo tan poderoso e inevitable que no nos queda más remedio que aceptarlo, como única forma de mitigar el sufrimiento que puede causarnos. Estamos siempre a medio camino entre el azar y la necesidad. Hay quien piensa que el azar no existe, pero sin azar ¿cómo explicar lo inexplicable? Por la fuerza del destino, ¿tal vez? Yo creo que la vida es mucho más frágil de lo que queremos creer y el número de factores que la condicionan infinito. Por tanto, no está de más la humildad.

 P.- Desde la I República hasta la primera transición democrática en España, es un largo periplo histórico por el que transitan los personajes de su novela, ¿son ya unos escenarios superados, o cree que siguen estando latentes en la actualidad sociopolítica del presente?

 


R.- Sí y no. Quiero decir que la historia nunca se repite de idéntica forma, pero cuanto más la desconocemos más probable es que se repitan sus consecuencias más indeseables. El escenario actual tiene bastante que ver con nuestro pasado inmediato, y me parece que cien años no son suficientes para cambiar demasiado las cosas. Muchos fantasmas del pasado siguen gozando de muy buena salud. Me refiero a los pecados capitales de los españoles; la envidia, la corrupción política, la intransigencia, etc. Por otra parte, la memoria colectiva está cosificada. Cada uno de nosotros tenemos una idea preconcebida de cómo se ha desarrollado nuestra realidad sociopolítica y no estamos dispuestos a cambiarla a ningún precio. En ese sentido muchos de nuestros problemas pasados siguen estando presentes. El sonido monocorde actual de los medios de comunicación, salvo honrosas excepciones, recuerda a la ominosa ley de defensa de la República, de tiempos de Azaña. Por otra parte, la palabra democracia se ha vaciado de contenido. Todos presumen de ser demócratas, lo mismo  da que defiendan o no el imperio de la ley, o la separación de poderes. Cada cual hace de su capa un sayo y dice dogmáticamente lo que es o no es democrático. Este es otro de los aspectos importantes de la vida pública que no han sido superados. ¿Puede haber un mayor esperpento que pretender, contra lo que dice la Constitución, la independencia de partes del territorio nacional? ¿Se puede decir que es democrático el sistemático debilitamiento del poder judicial? Es por eso que yo creo que buena parte de los escenarios políticos de nuestro pasado más reciente no han sido superados.

 P.- República, dictaduras (en la España de Franco o la dominicana de Trujillo), las luchas políticas del anarquismo catalán, Monarquía Parlamentaria, amoríos,... ¿ha escrito  una novela política, histórica o romántica?

 R.- ¡Qué bueno! Me encanta esta pregunta. Mi novela tiene un poco de todo. Vamos a ver, cuando uno se enamora no sabe demasiado bien cómo es la persona de la que se enamora. No siempre sucede así, pero suele ser bastante habitual. A veces uno tiene unas ideas y se enamora de una mujer que piensa de forma radicalmente distinta en cuestiones muy importantes. Pero el amor es el sentimiento más poderoso que tenemos. Quizás a veces demasiado efímero, pero irresponsable, generoso y arriesgado. En mi novela, se enamoran un niño bonito de la burguesía y una viuda de un militar de baja graduación; un negro haitiano que huye de la sanguinaria dictadura de Trujillo y una cajera catalana; un  dandi burgalés de clase acomodada y una pueblerina, también viuda de guerra; y podría seguir. Al margen de los sistemas políticos bajo los que uno viva, enamorarse es un asunto de primerísima necesidad y eso hace que sea compatible con la monarquía, la república, la dictadura, la transición democrática y todo lo que pueda venir, conocido o por conocer. O sea que, para no salirme por la tangente, le diré que mi novela es una ficción histórica cargada de sentimientos apasionados y, entre ellos, los más importantes, los que hacen referencia a la parte más noble del ser humano, la amistad, la solidaridad y, por supuesto, el amor.

 P.- Toda una vida inmerso en el mundo de la economía (es economista de profesión) un ámbito que podría definirse como de “cruda realidad”, para pasar en la actualidad a “un ámbito de ficción” con la publicación de su novela “A la vuelta de la esquina”...¿ por qué este cambio tan brusco? realidad-ficción... o es que en el fondo todo puede llegar a ser una ficción?

 R.- A este respecto, lo primero que quiero decir es que la economía estudia los comportamientos de los agentes económicos y estos comportamientos obedecen a un conjunto de expectativas, las cuales entran más dentro de la ficción que de la realidad. Me parece pretencioso creer que la economía sea una ciencia para el estudio de la realidad y, en cualquier caso, las creencias y las expectativas son producto de la mente, cada uno tiene las suyas. Por otra parte, uno está en la vida de manera integral. No por partes. O sea, no se puede ir de economista, o de químico, o  de lo que sea. Uno es, antes que nada, un ser humano, y la profesión es algo que se adquiere cuando ya está formado el carácter. Yo he dedicado mi vida laboral a la economía y la estadística, pero podía haber sido, perfectamente, camionero, o cualquier otra cosa. Por supuesto, historiador o escritor. Al final uno se gana la vida tratando de hacer lo mejor posible algo que sirva a la comunidad en la que vive, pero esa versatilidad a la que aludo creo que es muy conveniente para un escritor, porque es necesario apasionarse con los personajes, y los hay de todas clases y condiciones. Se puede vivir de muchas formas. La ficción nos permite jugar a ser quien en realidad no somos, meternos en la piel de nuestros personajes y tratar de aceptarlos tal como son. Sucede que uno se pone a escribir, crea un personaje, y sin darse cuenta cae en su mundo, de tal forma que se siente dominado por lo que ese personaje hace sin pedirle permiso. Yo, por supuesto, trato de que el personaje sea como a mí me parece que debe ser, acorde con lo que estoy contando; pero cuando ya está creado es él el que toma autónomamente algunas decisiones importantes sobre su propio destino, y yo trato de entender por qué lo hace. En definitiva, creemos vivir inmersos en una realidad incuestionable, pero no es verdad. La realidad es una para cada uno de nosotros y, en ese sentido, todos los días construimos una mezcla de realidad y ficción cuyas partes son imposibles de separar. Una aleación tan fuerte como el bronce y cuyos componentes son más difíciles de separar que en el caso de los metales fundidos.

P.- En la sinopsis de su novela afirma “...como no hay  alegrías sin penas, ni mal que no termine con la muerte...” ¿Se podría decir que tiene usted un cierto sentido catastrofista de la vida?

 R.- Sinceramente creo que no. Creo que soy un tío con suerte. Pero yo no soymás que una pequeña parte de la vida de mis personajes y a ellos les pasan cosas tremendas que a mí me gustaría que no hubiese sido necesario que les pasasen. Pero aquí volvemos al juego imposible de la ficción y la realidad. Se mire como se mire, son inseparables. Y lo cierto es que por muy optimista que uno pueda ser, la vida que nos toca vivir se empeña a veces, no siempre, en ponérnoslo difícil. De eso se trata; de saber que las cosas no son nunca fáciles y requieren nuestra entrega si lo que queremos es no caer en la apatía y levantarnos cada día dispuestos dar y conseguir lo mejor de nosotros mismos.

 P.- ¿Para cuándo su próxima novela?

 R.- Ese es un asunto que tiene mucho que ver con cómo vaya la aceptación de la que ahora sale a la venta. Hace poco he oído decir a alguien muy avezado en estas lides, que seguirá publicando novelas mientras se las lean. Eso me parece muy inteligente, además de honesto. Yo, como ya he dicho anteriormente, llevo muchos años escribiendo y tengo muchas cosas  que contar, pero todo a su debido tiempo. De lo que no me cabe ninguna duda es, que seguiré escribiendo.


Isabel Quiñones Vázquez

[Publicado el 15/03/2021 en: https://www.linkedin.com/pulse/la-vuelta-de-esquina-isabel-quiñones-vázquez]